Este blog nace el día 11-4-2022

miércoles, 27 de abril de 2022

Tres consejos para perdonarse a uno mismo

 


Cuando te niegas a perdonarte no cambias el pasado (eso no es imposible), pero paralizas tu presente y limitas tu futuro.

A lo largo de la vida vamos tomando decisiones, unas más acertadas que otras. Por el camino podemos equivocarnos, fallar, herirnos y herir a otros. No obstante, todas las experiencias forman parte del proceso y es inevitable cometer errores. Tanto el éxito como el fracaso nos enseñan y nos convierten en la persona que somos. Por ello, para avanzar es necesario perdonarse a uno mismo.

Cuando sobredimensionamos nuestros fallos, cuando no logramos integrarlos como parte de nuestra historia, la culpa puede paralizarnos. Vivir pensando en que todo pudo ser distinto, lamentando una acción que ya no puede ser cambiada, solo trae dolor y amargura. Por ello, en este mismo instante, empieza a ser indulgente con tu yo del pasado y perdónate.

¿Por qué no puedo personarme a mí mismo?

Conocer las causas de nuestra incapacidad para perdonarnos puede ayudarnos a superar la problemática. Entre los motivos más comunes se encuentran:

  • La gravedad percibida del error. Y resaltamos la palabra “percibida” porque muchas veces magnificamos nuestros errores de tal manera que los asumimos como realidades imperdonables. Pero, en realidad, no tienen porque asumirse como tal.

  • Un ego sancionador. Las personas que les cuesta perdonarse a sí mismas suelen ser muy duras consigo mismas. Por tanto, al cometer el más mínimo error empiezan a castigarse.

  • Agentes externos. Por su parte, la incapacidad para personarse a uno mismo también se puede ver alimentada por el recuerdo constante que nos hace nuestro entorno. Por ejemplo, cuando un ser querido no deja de culpabilizarnos por un fallo cometido.

Estas causas se pueden dar simultáneamente en un individuo y perjudicar severamente su autoestima. Es por ello que debemos estar atentos a estas señales y ser más autocompasivos. Recuerda que todos cometemos errores y eso está bien.

¿Cómo perdonarse a uno mismo?

Ahora bien, si quieres aprender a perdonarte, ten en cuenta lo siguiente:

1. Hiciste lo mejor que pudiste

  • Muchas veces analizamos nuestras decisiones pasadas desde el prisma de la persona que somos hoy en día. Con lo que hoy sabemos, nuestros pasados actos pueden parecernos descabellados y errados. Así nos flagelamos por no haber escogido mejor nuestras palabras y comportamientos, y nos culpamos sin cesar.

Sin embargo, olvidamos que en ese momento no contábamos con el mismo conocimiento que ahora. Seguramente nos faltaba madurez y experiencia, y actuamos lo mejor que pudimos en base a aquellas circunstancias. Hiciste lo mejor que pudiste en función del nivel de conciencia que tenías entonces. Lo que ocurrió, tuvo que ocurrir. No pudiste hacerlo de otra forma porque no sabías.

Por tanto, no es lógico castigarte sin tener en cuenta el contexto. Si hoy opinas diferente, agradece que pudiste realizar el aprendizaje y sé compasivo con tu yo del pasado. Él no lo sabía. Quizá en ese momento sus prioridades eran diferentes, sus miedos más acuciantes y sus recursos más limitados. Hizo lo mejor que pudo, y lo único que podía hacer.

2. El perdón es liberador

En ocasiones nos cuesta perdonar porque sentimos que hacerlo implica justificar un comportamiento erróneo. Nos aferramos al rencor pensando que este constituye una especie de penitencia hacia quien obró mal. Sin embargo, la única persona que sale herida es la que se niega a perdonar. Guardar rencor es como tomar veneno y esperar que el otro se muera.

Lo mismo ocurre cuando no nos perdonamos a nosotros mismos. Somos incapaces de hacerlo porque, tal vez, las consecuencias que generamos fueron dolorosas y desagradables. Sin embargo, no podemos volver atrás en el tiempo y cambiar lo sucedido. Seguir reprochándonos solo nos llena el alma de amargura y nos impide continuar nuestro camino.

La culpa sin acción es el sentimiento más inútil que existe, no alivia ni al culpable ni al ofendido. En su lugar, es preferible actuar y resarcir el daño causado. Pedir perdón y hacer lo que esté en nuestra mano por compensar al damnificado. Cuando se trata de nosotros mismos, el funcionamiento es similar. Pídete perdón por lo negativo que trajiste a tu vida con tus decisiones erróneas y trata de compensarte.

Por ejemplo, si aún te culpas por haber permitido que alguien te faltase al respeto. Discúlpate contigo mismo por no haber sabido defenderte mejor, y ofrécete ahora todo el amor propio que no pudiste entregarte en aquel entonces. Libérate y sigue adelante.


3. Mientras estés aprendiendo, no estás fallando

Por último trata de modificar la imagen que tienes del error. Este no es el enemigo, no es un elemento negativo que hay que eliminar de nuestra vida. Errar no nos hace malas personas, no merecemos ser castigados de por vida.

El fallo forma parte del aprendizaje, nos enseña a conocernos y a mejorarnos. Seguramente, incluso el peor error de tu vida, te ha traído una valiosa lección que no tendrías si no lo hubieras cometido. Por ello, asegúrate siempre de extraer sabiduría de tus errores. Mientras estés aprendiendo, no estás fallando.

Perdonarse a uno mismo es permitirse avanzar

En definitiva deja de culparte por tu pasado. Date una nueva oportunidad. Eres merecedor de experimentar una vida plena y libre, tienes derecho a caerte y levantarte, a tomar decisiones equivocadas y aprender de ellas. Tus errores no te definen, lo hace la actitud que tomas ante ellos. Por eso compréndete, perdónate, aprende y sigue adelante sin ese pesado lastre.


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Fuente: https://lamenteesmaravillosa.com/tres-consejos-para-perdonarse-a-uno-mismo/

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